titleArtaserse 900 px

Noche de música y plumas

– by Biri –

Nancy ha sido el afortunado lugar que ha sido elegido para el estreno de Artaserse. Un lugar acogedor, romántico, estéticamente bello que hasta con la intervención de la lluvia no pudo perder su encanto. Quizás debido a tener unas de las plazas más bellas de Europa, Place Stanislas, o quizás por la amabilidad con la que me han acogido a pesar de mi horrible francés o quizás por la taza de choco cho (leche caliente con 40gr de Nutella fundido en ella)… Seguramente hay muchos factores positivos que han determinado mi más que satisfactoria estancia en esta ciudad y entre ellas està obviamente el motivo por el que he visitado Nancy en primer lugar: La première de Artaserse. 

Por todos los santos no pude encontrarme en otro lugar que en L’opéra national de Lorraine, una ópera de tamaño reducido, sobre todo si estás acostumbrada al calibre del Liceu de Barcelona; tan reducido que cabía la posibilidad de sentarte casi dentro de la orquestra. No obstante el ambiente familiar y las 1014 plazas de las que estoy segura, en la noche de la premiere, estaban al 99,9% ocupadas; la ópera puede rivalizar con cualquier otra ópera de mayor tamaño ya que, lo que no tiene en superficie, lo tiene en ornamentos, en tonos regios y … VAYA! pero si los actores ya están sobre el escenario!!

No, no llegué tarde y no, la ópera todavía no había empezado, sino que los vestuarios, espejos y los encargados para el make-up de los actores se encontraban todos ahí, retocando, obviamente, los últimos detalles de sus obras maestras.

Efectivamente no exagero, el make-up en esta ópera es completamente acertada, no sólo por el estilo que concuerda con la ropa, sino también por el impacto visual y concordante con cada uno de los caracteres que aparecen en la obra. Así los hermanos se parecían un poco más, así el malo se convierte en un ser todavía más diabólico.

El escenario en sí, a primera vista, constaba de unos escalones en primer plano, dos paneles deslizantes y una alfombra cuadrada que rodaba sobre su punto central. Seis mesitas con espejo, tres a cada lado y se pudo ver un atisbo a la indumentaria que se iba a utilizar durante los diferentes actos.

Mientras PJ estuvo sentado y sufriendo bajo las expertas manos de las maquilladoras, Cencic paseaba con bata blanca de una esquina a otra, commentando, mirando a los espectadores tomando asiento, contagiando a todos con esa pizca de nerviosismo especial que se siente ante todo momento importante.

La posibilidad de poder admirar a los actores antes de la puesta en escena hizo que me olvidara del Libretto de Artaserse que acababa de comprar. Un libro que custodiaré con ternura.

Los primeros aplausos irrumpieron la sala, y como no, son para el director de orchestra Mr. Fasolis. Y mientras este se calentaba con un allegro y un grave, Arbace y Mandane terminaron de hacer las últimas pruebas… o ya era parte de la escenografía? En todo caso fue una forma suave pero efectiva de introducir el espectador en el mundo de Artaserse. Un mundo lleno de plumas, ropa vistosa y como no: contratenores.

Pero vamos a escuchar y admirar Mandane y Arbace, Cencic y Fagioli… Fagioli? Tuve que mirar dos veces antes de estar segura que fuera efectivamente él. Por las fotos que circulan en internet nunca lo hubiera imaginado tan delgado y con apariencia tan frágil. Además la indumentaria, ese casco egipcio que no parecía de la medida correcta así como las hombreras hacía arriba no ayudaban a mejorar el aspecto del supuesto héroe de Persia. No obstante esto, Fagioli se convirtió, sin lugar a dudas, en el héroe de la noche.

Ante una escena primera que Cencic termina con un conmovedor “Conservati fedele…” pero que todavía no consigue atrapar a todos los espectadores, irrumpe como un toro el ‘malvado’ de la película, padre de Arbace, Artabano. Sí, con cuernos y espada ensangrentada (y esta espada no parece un juguete barato! Un detalle que agradezco de corazón.) nada menos, pero no, no ha escapado de una aventura de fantasía épica, sino que se había escapado del lugar del delito. Serse, Rey de Persia ha muerto.

Por falta de información, o mejor sea dicho, información no actualizada esperaba a ver Daniel Behle en el papel de Arbatabo, pero al final resultó ser Juan Sancho. Un joven sevillano quién, como único tenor en escena, ha lucido y convence tanto en apariencia como en voz.

Después de un maravilloso “Fra cento affanni e cento palpito, tremo e sento…” sale Arbace y llega Artaserse, pero… donde están las plumas? Dónde está la llamativa ropa? PJ llega en camisón de noche y encima ¡descalzo! Bien, se supone que es por la mañana y el pobre príncipe acaba de despertarse de un sueño solo para encontrarse con una pesadilla, su padre ha muerto y es sobre él a quién recae toda la responsabilidad de encontrar el culpable (piensan y culpan injustamente a Dario, hermano suyo), de tomar el mando de un pueblo bastante inquieto y convertirse en nuevo rey.

Por la desesperación que Artaserse demuestra en la siguiente escena, el tirarse en el suelo, cogerse por la cabeza, volver a caer (un poco exagerada a mi parecer pero por otro lado, si no lo fuera no sería opera), afloró en mí el vago recuerdo de Orlando Furioso. Suerte que se quedó en esa escena y no ha perdurado más allá. Admito también que PJ y sus aquiles me han distraido lo suficiente como para no prestar atención al canto de Artabano.

Llega otro hombre, con pectoral, armadura y plumas negras que podría hacer frente a legiones romanas, mongolas y persas a la vez. Es Megabise, Yuriy Mynenko, en una corta intervención y presentación de otro contratenor. Puede resultar curioso escuchar tantos contratenores a la vez, pero en aquel momento, que un hombre se expresara con voz de joven chico me pereció lo más natural del mundo.

Escena quinta, Artaserse se despide de su amada Semira y ella, como Mandane al principio con Arbace, pide que no se vaya. Eso sí, todo ello con pura inocencia. Si en Julius Caesar, en Salzburgo, eran mucho más atrevidos, aquí reina un amor virgen …

Curioso fue también el hecho de que entre Cencic (Mandane) y Valer Barna-Sabaotus (Semira), fuera este último quién me convenció más en el papel de mujer. Hubo momentos, con cierta iluminación y posturas donde me quedé fascinada, observando una Semira tan feminina que había olvidado por completo quién realmente estaba bajo el disfraz de plumas que no por casualidad eran inocentemente blancas.

Al salir Artaserse, vuelve, con más fuerza Megabise. Tanta que empezaron a volar plumas de verdad. Seguido por “Sogna il guerrier le schiere” de Megabise y “Bramar di perdere per troppo affetto…” de Semira; ambas, si no me acuerdo mal, ganaron sus respectivos aplausos.

Ahora que todos han estado en escena he de subrayar una vez más la perfecta selección y forma en que se han caracterizado cada uno de los personajes. En los siguientes actos, donde los actores parecen tener todavía más confianza y entrar al 100% en la historia, convenciendo hasta al más escéptico de los espectadores, este hecho se hace más evidente. Menciono esto porque antes de que empezara la obra, tenía mis reservas y hubiera preferido ver PJ como Arbace en vez de Fagioli, pero he de inclinarme y hacer una reverencia ante la actual y definitiva colocación. PJ es perfecto para Artaserse como Mr. Fagioli lo es para Arbace.

Sigue la tragedia, Dario, quién sólo se menciona pero nunca se llega a ver, muere. Pero no se ha hecho justicia ya que han aparecido nuevas pruebas que acusan, sin sombra de sospecha alguna, a Arbace como el verdadero asesino de Serse.

Éste preso, se clama inocente… la verdad es que se clama inocente tantas y repetidas veces durante toda la ópera que finalmente se te queda grabado en la cabeza y ya ni te atreves de darle la culpa de nada. Hasta le perdonas la ropa faraónica que lleva al principio y al final de la opera.

Además tampoco los personajes de la ópera quieren verlo realmente como el asesino. Artaserse pide a Arbace que lo aclare, que se defienda y diga quién es el verdadero asesino, pero Arbace calla, mientras que los demás no saben qué decir ni como asesorar al nuevo rey.

Deh, respirar lasciatemi.” Aquí PJ enseña la claridad de su voz, casi cristalina y con un italiano que se entiende a la perfección. Ah, y por cierto, PJ ya no está en camisón sino en vestimenta guerrera, con cresta y anillos rockeros. Es cierto que no hay nada bonito en la guerra, las plumas blancas no tienen sitio en medio de la batalla. Hasta en esto, la elección de colores y tipo de ropa es acertada.

No obstante, esta escena en concreto la había construido mentalmente y esperaba ver a todos los actores en el escenario, mientras PJ los empujara fuera o algo por el estilo pero me equivoqué. PJ se encontraba sólo con excepción de Arbace, quién no pudo moverse al estar atado a una silla.

Es la hora de Artabano con “Non ti son padre…”. Juan Sancho es toda una revelación para mí ya que no tuve la oportunidad ni el placer de escucharle/verle en otra opera. Como en las siguientes escenas se presenta, como se sienta en primer plano y mira hacía el público mientras ha de sufrir y escuchar como su hijo es acusado, con la esperanza de que su plan todavía pueda realizarse, sintiendo las garras del remordimiento y no obstante esperando el momento de una posible victoria. Bravo!

El segundo acto brilla por su barroquismo con vestidos que parecían salir del armario de Luís XIV. Hasta para Megabise hubo una peluca y tuvo que dejar la armadura a un lado; pero no por ello se volvió más simpático. Es que Megabise no es un carácter hecho para ser amado, es más bien el contraste de Semira y es natural que el espectador sienta una aversión mayor hacía Megabise que hacía Artabano. Pero es un personaje que la ópera necesita y sobre todo Semira necesita para desarrollar un poco más su personaje. Yuriy Mynenko ha adoptado este ingrato papel y lo hace de maravilla.

Mandane, Cencic, que aunque cambie el color de la ropa de verde a amarilla y de amarilla a roja, no convence totalmente como mujer, pero sí la energía con la que intenta debatirse entre el amor que siente por Arbace y como corresponde portarse como hija de Serse ante su asesino. Tiene su momento de gloria cantando “Se d’un amor tiranno..” también tuvo un momento en el que nos asustó. Eso fue al subir los escalones que casi se cayó de bruces. Afortunadamente, Cencic reaccionó rápido, volvió a encontrar el equilibrio y siguió cantando como un verdadero profesional.

Una nota más sobre Cencic, quién personalmente admiro pero nunca llegué a tomarle cariño a su voz, pero hasta el momento sólo lo escuché por CDs o en Youtube. Al vivo es diferente, quizás sea la música también, pero he de declarar que me ha gustado mucho más de lo que me esperaba.

Mis oídos bien alimentados con música antigua renovada con nuevo brillo, los ojos pudieron saborear no sólo a los actores, sino también el decorado escenográfico. La alfombra que rueda sobre su centro ha tenido su función en la primera parte del primer acto, mientras que en el resto se jugó mucho con unos paneles que representan una catedral que, por una mitad estaba en su momento de auge y por la otra en acto de derrumbarse. No me acabó de convencer la imagen en sí, pero, por el otro lado me gustaron los espejos, los soldados (todas mujeres vestidas de negro) con las linternas y la imagen que parecía cogido de un cuadro de Caravaggio o algo similar. Éste último parecía querer dar un mensaje subliminal (o directo) que hacía referencia a la gran amistad entre Artaserse y Arbace.

Aunque la obra se llame Artaserse por ser el príncipe que se convierte en soberano, éste no es seguramente el personaje central de la historia. De hecho no lo es hasta el momento donde quiere liberar a Arbace, pidiéndole que huya, (la mejor escena de todas para mí), y en la escena final donde realmente hace acto de presencia, siendo anteriormente casi un personaje secundario o más bien un personaje demasiado ‘dulce’ para tenerlo en cuenta. Eso es debido en parte al personaje en sí, al papel que desempeña en la obra y por otra, por las canciones que tiene en su repertorio. Ninguna llega a tener una pasión excesiva, ninguna que sea llena de rabia…. Pero PJ ha dado lo mejor, su voz perfecta para el papel y junto con la orquesta, Fagioli y la vestimenta real de la escena final ha recolectado unas cuantas personas boquiabiertas (y unos ‘Bravos’ también, por supuesto). Aunque, hay que apuntar que, como Rey della Persia, me hubiera esperado un poco más de valor… Qué es eso de tirarse en tierra hasta casi medio minuto antes de que Artabano pueda realmente agredirlo con la espada? (entre nosotros: eso ha sido muy gracioso pero…). A ver si mejoran con la coordinación pero, en fin, estamos hablando de una ópera, teatro puro, y no de una película de acción así que cerraré un ojo al respecto y seguiré soñando con la música y las voces.

Y con Fasolis al mando de la orquestra de Colonia no puede ser más que un sueño, ha sido una interpretación espectacular.

Espectacular como Arbace. Fagioli ha tenido la oportunidad de enseñar lo que sabe, es que el papel de Arbace viene con un paquete de canciones muy bonitas. “Vo solcando un mar crudele” y “L’onda dal mar divisa” unas joyas que Fagioli domina y nos presenta como si fuera un dessert sobre una bandeja de plata.

Megabise muere, Semira libre de compromisos, Artabano confiesa para salvar la vida de Arbace y éste pide, a su vez, clemencia para su padre. Después de haber cantado “Cosí stupisce e cade” y “Figlio se più non vivi” la clemencia se la concedemos también nosotros. La obra termina bajo una lluvia dorada y sonrisas gloriosas.

Otro aplauso también para los efectos de luz, que conjuntamente con las plumas y el maquillaje crearon todo un espectáculo para la vista.

Veredicto final, en general el primer acto ha sido ordinario, el segundo curioso, divertido y musicalmente mejor, el tercero ha sido fabuloso. Es que más se sigue con la historia, más te sientes involucrado en la trama, hasta se nota como al director de orquesta se divierte cada véz más mientras los contratenores mejoran con cada canción, cantan con mayor rivalidad, una rivalidad positiva y un entusiasmo contagioso. Todo esto iba a la par de la mejora en la vestimenta de PJ que al final deslumbra con las vestimentas de un verdadero rey (me estoy repitiendo, lo sé.. pero es que… ).

La obra terminó sin ningún incidente grave excepto un ligero traspiés y algún que otro efecto que, más que arruinar, enriquece la experiencia de verlo en vivo. Para las mil personas que pudieron verlo en la noche de la premiere no sé qué habrán pensado, ni que sentimientos aportó esta obra a sus oídos y/o vidas. Para mí ha sido toda una delicia, para los que aplaudieron con rigor y gritaron ‘Bravo’ adivino que también se fueron más que satisfechos, y para la opéra una obra más de la que puede ser orgullosa.

BRAVI! BRAVISSIMI!

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.